La espiritualidad agustiniana impregna todos los ministerios donde servimos. Algunos de nuestros hombres en etapas iniciales de formación agustiniana pueden tomar clases en Universidad Villanova, una universidad agustina en Pensilvania. El siguiente artículo fue publicado originalmente en una edición de la Revista Villanova. Reproducido con permiso.
Cada día, los habitantes de Villanova definen lo que significa ser educado en la tradición católica agustiniana.
Villanova... ese es jesuita, ¿verdad?
Si le han hecho esa pregunta, entonces también sabrá la pregunta inevitable que sigue, una vez que haya dejado las cosas claras.
¿Qué significa 'agustiniano'?
Seamos realistas. Para muchas personas, Agustín es sólo un nombre, y ni siquiera están seguros de cómo pronunciarlo. De los estimados personajes históricos cuyas órdenes son famosas por su alta educación católica, Agustín no es el primero que viene a la mente de la persona promedio.
Y, sin embargo, 1.400 años antes de que la congregación de Basil Moreau construyera un hogar bajo una cúpula en South Bend; 1.100 años antes de que el soldado herido Ignacio de Loyola golpeara su espada hasta convertirlo en un "SJ"; 800 años antes Francisco abrazó una vida de pobreza y Domingo una de predicación; y un siglo antes de que Benito escribiera su regla para la vida monástica, Agustín estaba creando un legado que impactaría el curso del pensamiento occidental.
Obispo, teólogo, filósofo, lector y escritor, Agustín tenía un currículum de varios gigabytes y una biografía más apasionante que cualquier reality show. Cuando era adolescente, Agustín había caminado por el lado salvaje. Salía con la gente equivocada, disfrutaba de una vida relajada y fijaba su mirada en la fama y la fortuna. Pero la chispa divina que siempre había estado en él encendió una pasión aún más fuerte que la ambición mundana: el hambre de sabiduría. Por la verdad. Para el conocimiento que proviene de mirar hacia adentro. Esta hambre lo llevó a Dios.
El enfoque distintivo de Agustín empleaba la mente y el corazón. Su búsqueda comenzó en la humildad, fue compartida entre amigos y fue avanzada por el diálogo entre fe y razón. Impulsar el motor de búsqueda fue amor. Hoy llamamos a este viaje educación agustiniana. Es lo que sitúa a la Universidad de Villanova en una categoría propia.
Mentes inquisitivas, corazones inquietos
En sus actividades intelectuales y espirituales, Agustín buscó sin miedo respuestas a preguntas fundamentales. Es un acto difícil, pero los villanovanos lo siguen. Afortunadamente, cuentan con una herramienta agustiniana que los prepara para el éxito: una fundación de artes liberales.
Esta base permite a los estudiantes de todas las universidades pensar críticamente, ampliar límites y articular nuevas visiones. Desde hablar sobre Pascal en el programa de seminarios sobre Agustín y Cultura hasta cenar con mentores docentes en el Centro para la Fe y el Aprendizaje, los estudiantes aprovechan las oportunidades para luchar con cuestiones morales, filosóficas, científicas y teológicas.
En Villanova esta búsqueda de Veritas es abierta, gratuita y respetuosa. Todos tienen un lugar en la mesa, una voz en el debate y un interés en el resultado. Agustín no lo habría querido de otra manera.
Comunidad de estudiantes
Agustín valoraba mucho el cultivo del conocimiento en compañía de amigos. También lo hacen los villanovanos. Viven, aprenden, crecen, reflexionan y sueñan juntos.
En clases pequeñas, los estudiantes y el profesorado se conocen los nombres de los demás, escuchan las ideas de los demás y prueban las suposiciones de los demás. Las conversaciones que comienzan en clase continúan dentro de "comunidades de aprendizaje" interactivas en las residencias. Los espacios colaborativos, el estudio interdisciplinario y las innovaciones interuniversitarias se reúnen desde todos los rincones del campus, formando (y transformando) relaciones.
Es casi imposible no sentirse atraído e inspirado por este espíritu de Unitas. Ante todo, Villanova es una comunidad. Los visitantes lo sienten. Los profesores, los estudiantes y el personal lo magnifican. Alumnos de todo el mundo lo difundieron. Todo el mundo tiene que agradecerlo a Agustín.
Servicio y bien común
Agustín fue inflexible: el bien común prevalece sobre el interés personal. El amor impulsa a las personas a anteponer las necesidades de los demás a las propias. Este cambio está en el centro de la misión educativa de Villanova.
En las clases y a través de actividades cocurriculares, los estudiantes aprenden a ver las conexiones entre el campus y las comunidades locales y globales. Ver se traduce en acción compasiva cuando los villanovanos usan su conocimiento para servir a los demás. Ellos forman parte del personal de los comedores comunitarios; tutores de niños; construir viviendas; supervisar el evento de Olimpiadas Especiales dirigido por estudiantes más grande del mundo; mejorar la calidad de vida en los países en desarrollo; y miles de personas asistieron al Día de Servicio de Santo Tomás de Villanova.
El principio agustiniano de Caritas los impulsa: la medida en que aman es la verdadera medida del progreso.
Un mundo justo y ético
El lema agustino de la Universidad, Veritas, Unitas, Caritas, resume en tres pequeñas palabras una comisión de por vida. Los villanovanos deben desarrollar sus mentes, reflexionar en sus calores y luego salir al mundo e iniciar el cambio. Dondequiera que los lleve la vida, deben crear una sociedad más justa, ética y sostenible.
Por esa razón, a ningún villanovano le sorprende aprender sobre moralidad en un curso de marketing o sobre enseñanza social católica en un curso de ingeniería. Ningún Villanovan cuestiona por qué la Universidad dedica tanto tiempo y dinero a promover iniciativas ecológicas y buscar justicia para los oprimidos. Sobre todo, ningún villanovano se pregunta qué significa ser agustino. La única decisión que cada uno tiene que tomar es: ¿Cómo viviré esta identidad distintiva en mi vida profesional y personal? El mundo no podría pedir una mejor definición.
Los frailes se esfuerzan por seguir los pasos de Agustín a través de estos valores y servicios, ya sea si servimos en parroquias, escuelas secundarias, misiones o cuestiones de justicia social. Es cierto que no siempre es fácil, pero es por eso que vivimos, trabajamos y oramos juntos. En comunidad.
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