Por: Hno. Joe Ruiz, OSA
Debo admitir que mi fruta favorita es la pera, ¡especialmente el sorbete de pera! De todos modos, según cuenta la historia, Agustín se encuentra entre un grupo de amigos que fueron a un huerto cercano y sacudieron un peral para quitarle todos sus frutos. Agustín y sus amigos no tenían intención de comer la fruta, que les resultaba desagradable; más bien tomaron una gran cantidad de peras y se las tiraron a los cerdos.
Esta narrativa particular en las Confesiones de Agustín, aunque muy breve, es un gran ejemplo de presión de grupo y una gran entrada al tema de la moralidad. En Pear Story, Agustín encuentra placer en el acto de hacer algo que estaba prohibido, es decir, robar. ¡Sí, el pequeño Augie y sus amigos violaron uno de los Diez Mandamientos!
Como profesora de Teología en la escuela secundaria St. Rita of Cascia, no hay mejor lugar para examinar la Historia de Pear que en una clase de Teología para estudiantes de primer año titulada: Introducción al catolicismo. Creo que la historia de Agustín tiene mucho que ofrecer a los jóvenes, a la luz del tema
de presión de grupo o, como me gustaría llamarla, para jugar con la palabra grupo, presión de "pera".
Cada uno de nosotros, en un momento u otro, ha tenido la experiencia de ser presionado por sus compañeros. Hoy en día, con las redes sociales, nuestros jóvenes se sienten mucho más atraídos visualmente a participar en actividades dañinas. Entonces me pregunté: ¿cómo puedo involucrar visualmente a mis estudiantes de primer año en el tema de la presión de grupo? Mi respuesta: encuentra una GRAN pera falsa en algún lugar, tráela a clase y titula la lección "Presión de pera". ¡Gracias Hobby Lobby!
Después de leer la Historia de la pera en las Confesiones de Agustín, saqué la GRAN pera falsa, escribí en ella "Pera" Presión y se la presenté a mis alumnos. La pregunta más importante que me hicieron sobre la pera fue: "¿Es real?" Le dije: "Sí, dale un mordisco". Inmediatamente mis alumnos se involucraron, llevé la GRAN pera falsa en mis manos y les pregunté: "¿Alguna vez te han presionado con "Pear"?" Después de mi pregunta, dije con valentía: "¡No seas cabeza de pera!" Ellos respondieron: "¡Ah, sí! ¡Lo entiendo! ¡Genial, hermano Joe! ¡Me gusta el juego de palabras!