La vida de Agustín cuando era joven se caracterizó por una vida relajada y una búsqueda de respuestas a las preguntas básicas de la vida.
Seguiría a varios filósofos, sólo para desilusionarse con sus enseñanzas. Durante nueve años estuvo asociado con la secta maniquea. Pero poco a poco se dio cuenta de que el maniqueísmo no podía dar respuestas satisfactorias a sus inquisitivas preguntas.
En aquella época, Agustín enseñaba retórica en Milán. Inicialmente fue a la ciudad para escuchar la predicación de San Ambrosio, obispo de Milán. Al principio iba sólo para escuchar el elocuente estilo de hablar de Ambrosio, pero la predicación del obispo llevó a Agustín a una nueva comprensión de la Biblia y la fe cristiana.
En algún momento del año 386, Agustín estaba en la ciudad cuando escuchó la voz de un niño cantando una canción, cuyas palabras eran: "Recógelo y léelo. Recógelo y léelo". Al principio pensó que la canción estaba relacionada con algún tipo de juego infantil, pero no recordaba haber escuchado nunca una canción así.
Luego, al darse cuenta de que esta canción podría ser un mandato de Dios para abrir y leer las Escrituras, localizó una Biblia, la tomó, la abrió y leyó el primer pasaje que vio. Era de la Carta de Pablo a los Romanos. Agustín leyó:
No en orgías y borracheras, no en excesos sexuales y lujuria, no en riñas y celos. Más bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. -Romanos 13: 13-14
Al leer esta escritura, Agustín sintió como si su corazón se inundara de luz. Se alejó completamente de su vida de pecado. Luego sería bautizado por Ambrosio durante la Vigilia Pascual del 24 de abril de 387.
Más tarde, reflexionando sobre esta experiencia, Agustín escribió su famosa afirmación:
Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.
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